miércoles, 2 de agosto de 2017

Rivas-Vaciamadrid: el crimen de El Piul (1908)


(La Correspondencia de España, 26 de noviembre de 1908)


(Reconstrucción del lugar del crimen. El personaje que aparece, con montera y chaleco, dando la mano a su hijo, es Marcelino Delgado.  El cuerpo de Antonio Gómez fue hallado en el lugar señalado con una cruz. La foto, fue realizada por el fotógrafo Rafael Fombella, y publicada el 3 de diciembre de 1908 en la revista Actualidades).


(Los guardias Melitón de las Torres y Emilio Gil, conduciendo al supuesto autor del crimen, Balbino Alonso (x) y al testigo José Mena. ABC, 7 de diciembre de 1908)

El jueves, 26 de noviembre de 1908, La Correspondencia de España, daba cuenta del hallazgo de un cadáver en la finca de El Piul, de Vaciamadrid. En la crónica se decía que, el día 21, un cuerpo descuartizado había sido encontrado entre unos montones de remolacha, en la citada finca. Rápidamente se dio aviso a la Guardia Civil de La Poveda. Al día siguiente, el juez de Vaciamadrid ordenó el levantamiento del cuerpo, iniciándose las primeras averiguaciones.

El viernes, 27, numerosos periódicos recogían la noticia - El País, Época, El Imparcial,... e incluso el mismo ABC -, aunque entre todos destacamos la citada La Correspondencia de España, que envió un redactor al lugar de los hechos a cubrir el suceso. Por eso, la mayor parte de la información de esta entrada proviene de sus crónicas.

Después de múltiples pesquisas consiguió averiguarse la identidad del cadáver, que correspondía a un tal Antonio Gómez, jornalero de Jaén, que había acudido a la finca a trabajar en la recogida de la remolacha y, según algunos testimonios, a recuperar dieciocho pesetas y algo de ropa, que otro obrero de la finca le debía.  Por entonces la azucarera de La Poveda era dueña de siete propiedades dedicadas a esta actividad, muy lucrativa después de la pérdida, en 1898, de Cuba y sus plantaciones de azúcar. Casi al mismo tiempo de la identificación se procedió a detener a Balbino Alonso, capataz de la finca, en cuya casa cenó la víctima, justo la noche antes de su desaparición.

A lo largo de los días siguientes, por los juzgados de Alcalá de Henares se sucedieron las declaraciones de testigos. Así, el día 4 de diciembre, un corresponsal nos indica que los obreros de El Piul tardaron cuatro horas en llegar desde su lugar de trabajo, porque acudían a pie, vía Loeches., a declarar. También se produjeron nuevas detenciones, entre las que destacaron las de José Nieves, alias El Sordo, Marcelino el Cuadrero o Eustaquio Prieto, mayoral de El Piul. Balbino Alonso, principal acusado, no llegó hasta el día 6 de diciembre.

La noticia, una vez en prisión preventiva los principales acusados del asesinato, empezó a desaparecer de los diarios madrileños. Al año siguiente después de lo acontecido en la Semana Trágica de Barcelona y en el Barranco del Lobo, el Crimen de El Piul volvió a la actualidad porque la Guardia Civil había conseguido detener al verdadero asesino. De nuevo El País, El Globo, La Correspondencia de España o El Imparcial recogían la sorprendente noticia. Por El Imparcial, sabemos que un guardia civil de Arganda del Rey, José García de Paredes, había continuado con las pesquisas hasta dar con un tal "Cojo de Añover", trabajador en la remolachera, en los días en los que se produjo el asesinato. Este individuo oyó decir a otro tal Jenaro Gómez Benito, también jornalero en la finca, la confesión "de haber matado a un hombre". El culpable, que trabajaba por aquellos días en el Cementerio del Este, fue detenido en la huerta de Mondejano, en Canillas, y confesó el crimen.

El martes 14 de junio de 1910 comenzó el juicio con jurado, y de una nota breve de El Correo Español, de cuatro días más tarde, sabemos que Jenaro Gómez fue condenado a catorce años, ocho meses y veintiún días de reclusión. Mucho se especuló con el móvil del crimen, y aunque el citado periódico habló de un intento de cometer "actos deshonestos" de la víctima hacia su asesino, lo más probable fue el robo.

Por encima de las crónicas explícitas y truculentas de la época, la noticia de este suceso, aparte de estar relacionada con Vaciamadrid, es una especie de friso que reconstruye la vida a principios del siglo XX, con unas duras condiciones de vida y el reflejo de una violencia latente (durante la primera semana de interrogatorios el juez tuvo que aparcar las diligencias porque se había cometido otro crimen en Vallecas). Y si alguna utilidad tiene rescatar este tipo de noticias es que, a partir de ahora, Balbino Alonso y José Mena seguirán apareciendo en la foto que nos ofrece el buscador, cuando nos interesamos por lo que ocurrió en El Piul, pero ahora ya sabemos que no fueron los culpables, con más de un siglo de retraso.