domingo, 17 de septiembre de 2017

El puente de Arganda hacia 1937


(Fuente: Diario de la Marina: periódico oficial del apostadero de La Habana. Año CV. Número 71. 24 de marzo de 1937. Biblioteca Virtual de Prensa Histórica. Ministerio de Educación, Cultura y Deporte)

Gracias al trabajo de digitalización de la Biblioteca Virtual de Prensa Histórica, me ha sido posible encontrar esta foto, publicada el 24 de marzo de 1937. En el comentario, simplemente, se dice: "El famoso puente de Arganda. que da acceso a la ruta de Valencia - ahora cortada -, dentro de la zona donde se desarrollaron hace poco cruentos combates en los que se castigó duramente a las tropas rojas. Varios soldados marxistas descansan aquí, custodiando el puente. Esta foto fue tomada hace ya algún tiempo. Fuente: Wide".

Apareció como una foto más en una doble página ilustrada del Diario de la Marina, publicación que comenzó en 1847 y se extendió hasta 1960. Después, se publicarían algunos números más en Miami, por parte del exilio anticastrista. Durante la Guerra Civil en España, como se puede deducir por los comentarios que acompañan a la fotografía, apoyaron claramente al bando nacional.

La fotografía puede haber sido tomada durante la batalla del Jarama, que se desarrolló durante el mes de febrero (3-27), o pertenecer a otro momento del conflicto armado.

lunes, 4 de septiembre de 2017

Rivas-Vaciamadrid: ciclismo en 1895


(Portada de El Deporte Velocipédico, 20 de marzo de 1895. Fuente: Biblioteca Nacional de España)


(Marqués de Casa Alta, presidente de la Unión Velocipédica española (1896). Fuente: Biblioteca Nacional de España)


(Plano y altimetría de una excursión velocipédica. Madrid-Morata de Tajuña. 37 kilómetros. Fuente: Biblioteca Nacional de España)


El Deporte Velocipédico fue una revista ciclista ilustrada que se publicó entre 1895 y 1898. El 27 de febrero de 1895 salía a la luz el primer número de esta publicación, dirigida por José María Sierra, que pretendía reivindicar esta nueva actividad física, definida como "noble e higiénico ejercicio". 

La revista tenía diferentes secciones, entre las que se incluían consejos prácticos, noticias desde el extranjero o excursiones velocipédicas, con altimetrías de carreteras de toda España, trazadas por Leopoldo G. Alzola y Alberto Cid.

Estas actividades respondían al interés despertado por el velocipedismo, que así se llamaba, en la década de los noventa, del siglo XIX. Y es que unos años antes, el ejército había incorporado la bicicleta al cuerpo de ferroviarios, y una Real Orden (1894) creaba el cuerpo de carteros velocipedistas. En 1896 se constituía la Unión Velocipédica española, germen de la Federación Española de Ciclismo.

Pues bien, en esos años se nos informa de rutas ciclistas que pasaban por Vaciamadrid, camino de Arganda y Chinchón. A una de estas marchas velocipedistas corresponde la altimetría de la ilustración, que se incluía en el número 4 de la revista, publicado el 20 de marzo de 1895. En el texto, incluso, se hace alusión a la oferta de cama gratuita, a los suscriptores de la revista, en el parador de Valentín Ayuso, del que se nos dice que contaba con sesenta camas, que a veces se llenaban en la época de baños en el manantial de Capa Negra. Reproduzco una parte del texto:

"kilómetro 14 (desde la Puerta del Sol): Parador del Gallinero

Kilómetro 15: Comienza con un ventorro, junto al cual, y atravesando la carretera, hay una cañada de ganados, y más adelante, entre otros dos ventorros, el puente llamado de ladrillo sobre el arroyo de los Migueles. A la terminación de este kilómetro y sobre un cerrillo está otra casa de peones camineros. Ningún accidente notable, salvo la cuesta abajo de que ya hemos hablado ofrecen los Kilómetros 16 y 17.

En el Kilómetro 18, y después de una pequeña revuelta, descúbrense a la izquierda en una trinchera las cuevas llamadas de los Migueles. Nada hay digno de mencionar tampoco en el Kilómetro 19, y a la mediación del Kilómetro 20 se halla a la derecha el poblado de

Vaciamadrid, con el vasto parador de D. Valentín Ayuso en la carretera. A dos kilómetros se encuentran los baños de Capa-Negra, muy concurridos por los madrileños durante la época de los calores. Frente al parador se halla la estación del ferrocarril de vía estrecha de Madrid a Arganda, y a la espalda está la confluencia de los ríos Manzanares y Jarama.

El dueño de aquel parador hace a los suscriptores de El Deporte Velocipédico la concesión de cama gratuita, siempre que no se hallen ocupadas las sesenta que tiene en aquel establecimiento, lo cual sucede a veces en la temporada de los baños.

Vaciamadrid constituye un coto redondo, propiedad del Sr. Conde de Montarco,..."

Hago notar que un ventorro era una especie de mesón de carretera, mientras que un parador era un establecimiento hostelero que ofrecía, además de comida, la posibilidad de pernoctar en él.

Excursiones parecidas se recogen en números posteriores. Así, el 6 de noviembre de 1895, los ciclistas vuelven a pasar por Vaciamadrid, donde echaron "un cigarrito y algunas copas", antes de llegar a Arganda, en cuyo casino comieron e interpretaron varias piezas al piano. En la sobremesa, un representante de la Union Velocipédique Française invitó a cognac y se repartieron cigarrillos. De regreso, nueva parada en Vaciamadrid para acabar la botella de cognac y camino hasta la puerta de Atocha, donde el grupo se dispersó.

Aunque la moda del velocipedismo empezó a decaer a finales de siglo, las excursiones continuaron. Por ejemplo, en la revista Arte y Sport (10 diciembre 1904) la junta directiva de El Pedal Madrileño anunciaba una nueva ruta hacia Arganda. Estas actividades se prolongarían en el tiempo e incluso se ampliarían hasta Ribas del Jarama, como la matinal del 11 de agosto de 1917, recogida en la revista Gran Vida. En esos años, incluso, se harían frecuentes las competiciones deportivas, como la carrera de 100 kms convocada por El Pedal Ciclista. En ella se inscribieron 41 corredores y el ganador fue Francisco Llana, en tres horas y ocho minutos.

miércoles, 2 de agosto de 2017

Rivas-Vaciamadrid: el crimen de El Piul (1908)


(La Correspondencia de España, 26 de noviembre de 1908)


(Reconstrucción del lugar del crimen. El personaje que aparece, con montera y chaleco, dando la mano a su hijo, es Marcelino Delgado.  El cuerpo de Antonio Gómez fue hallado en el lugar señalado con una cruz. La foto, fue realizada por el fotógrafo Rafael Fombella, y publicada el 3 de diciembre de 1908 en la revista Actualidades).


(Los guardias Melitón de las Torres y Emilio Gil, conduciendo al supuesto autor del crimen, Balbino Alonso (x) y al testigo José Mena. ABC, 7 de diciembre de 1908)

El jueves, 26 de noviembre de 1908, La Correspondencia de España, daba cuenta del hallazgo de un cadáver en la finca de El Piul, de Vaciamadrid. En la crónica se decía que, el día 21, un cuerpo descuartizado había sido encontrado entre unos montones de remolacha, en la citada finca. Rápidamente se dio aviso a la Guardia Civil de La Poveda. Al día siguiente, el juez de Vaciamadrid ordenó el levantamiento del cuerpo, iniciándose las primeras averiguaciones.

El viernes, 27, numerosos periódicos recogían la noticia - El País, Época, El Imparcial,... e incluso el mismo ABC -, aunque entre todos destacamos la citada La Correspondencia de España, que envió un redactor al lugar de los hechos a cubrir el suceso. Por eso, la mayor parte de la información de esta entrada proviene de sus crónicas.

Después de múltiples pesquisas consiguió averiguarse la identidad del cadáver, que correspondía a un tal Antonio Gómez, jornalero de Jaén, que había acudido a la finca a trabajar en la recogida de la remolacha y, según algunos testimonios, a recuperar dieciocho pesetas y algo de ropa, que otro obrero de la finca le debía.  Por entonces la azucarera de La Poveda era dueña de siete propiedades dedicadas a esta actividad, muy lucrativa después de la pérdida, en 1898, de Cuba y sus plantaciones de azúcar. Casi al mismo tiempo de la identificación se procedió a detener a Balbino Alonso, capataz de la finca, en cuya casa cenó la víctima, justo la noche antes de su desaparición.

A lo largo de los días siguientes, por los juzgados de Alcalá de Henares se sucedieron las declaraciones de testigos. Así, el día 4 de diciembre, un corresponsal nos indica que los obreros de El Piul tardaron cuatro horas en llegar desde su lugar de trabajo, porque acudían a pie, vía Loeches., a declarar. También se produjeron nuevas detenciones, entre las que destacaron las de José Nieves, alias El Sordo, Marcelino el Cuadrero o Eustaquio Prieto, mayoral de El Piul. Balbino Alonso, principal acusado, no llegó hasta el día 6 de diciembre.

La noticia, una vez en prisión preventiva los principales acusados del asesinato, empezó a desaparecer de los diarios madrileños. Al año siguiente después de lo acontecido en la Semana Trágica de Barcelona y en el Barranco del Lobo, el Crimen de El Piul volvió a la actualidad porque la Guardia Civil había conseguido detener al verdadero asesino. De nuevo El País, El Globo, La Correspondencia de España o El Imparcial recogían la sorprendente noticia. Por El Imparcial, sabemos que un guardia civil de Arganda del Rey, José García de Paredes, había continuado con las pesquisas hasta dar con un tal "Cojo de Añover", trabajador en la remolachera, en los días en los que se produjo el asesinato. Este individuo oyó decir a otro tal Jenaro Gómez Benito, también jornalero en la finca, la confesión "de haber matado a un hombre". El culpable, que trabajaba por aquellos días en el Cementerio del Este, fue detenido en la huerta de Mondejano, en Canillas, y confesó el crimen.

El martes 14 de junio de 1910 comenzó el juicio con jurado, y de una nota breve de El Correo Español, de cuatro días más tarde, sabemos que Jenaro Gómez fue condenado a catorce años, ocho meses y veintiún días de reclusión. Mucho se especuló con el móvil del crimen, y aunque el citado periódico habló de un intento de cometer "actos deshonestos" de la víctima hacia su asesino, lo más probable fue el robo.

Por encima de las crónicas explícitas y truculentas de la época, la noticia de este suceso, aparte de estar relacionada con Vaciamadrid, es una especie de friso que reconstruye la vida a principios del siglo XX, con unas duras condiciones de vida y el reflejo de una violencia latente (durante la primera semana de interrogatorios el juez tuvo que aparcar las diligencias porque se había cometido otro crimen en Vallecas). Y si alguna utilidad tiene rescatar este tipo de noticias es que, a partir de ahora, Balbino Alonso y José Mena seguirán apareciendo en la foto que nos ofrece el buscador, cuando nos interesamos por lo que ocurrió en El Piul, pero ahora ya sabemos que no fueron los culpables, con más de un siglo de retraso.