domingo, 6 de mayo de 2012

El Piul: siglos XVI al XIX.


(Soto de Piul en 1877. Fuente: MTN 1:50.000, hoja 560. Instituto Geográfico Nacional)


(Soto de Piul en 1770. Fuente: PARES, AGS, MPD, 22, 049)


(Rasguño del Piul que refleja la presa y el cambio de curso del río Jarama. 1618. Fuente: PARES, AGS, MPD, 40, 040.)

Fue el rey Felipe II el que incorporó El Piul al Real Bosque de Aranjuez, como parte de su territorio de caza y reales diversiones. Así, en 1572, añadió este Soto a Gozquez, Santisteban, Aldehuela, Burueño, Vaciamadrid, Pajares y las islas del Jarama, que se llamaban Palomarejo, la Ribera, el Berrueco y Madres Viejas. Menalgavia, Valhondo y Aljibejo ya se había incorporado el año antes. Así, sabemos que el monarca llegó a disfrutar de paseos por la zona. Por ejemplo, tenemos noticias de ello en una carta, fechada el 27 de abril de 1586, en Vaciamadrid.

Apenas tres años más tarde, el 3 de junio de 1589, junto con el Soto de Palomarejo pasó a la administración y aprovechamiento del monasterio de San Lorenzo del Escorial. Eso sí, la jurisdicción, y en especial los casos de "caza y pesca, yerva y leña", serían juzgados por el Alcalde Juez del Bosque del Pardo y por la justicia ordinaria de la Villa de Madrid "por caer dicha la dicha dehessa en su jurisdicción". Estos aspectos, y muchos más, vienen recogidos en la Recopilación de las Reales Ordenanzas y Cédulas de los Bosques Reales del Pardo, Aranjuez, Escorial, Balsain y otros, publicado en 1687.

Finalmente el rey, en su testamento (25 de agosto de 1598) confirmo la cesión del soto del Piul, la dehesa de Pajares y las cuatro islas al Real Monasterio del Escorial. Otra parte de la dehesa se completó con lo que tenían en ella las monjas de Santo Domingo el Real de Madrid. Desde entonces, y hasta la venta de los bienes del Patrimonio Real, la explotación de sus recursos, en los términos que ya se habían expresado antes, pertenecerían a los monjes jerónimos.

Comentar aquí en qué consistió esta gestión sería inabarcable. Por eso, recomiendo la consulta del inventario de documentos sobre el Real Monasterio de El Escorial en el Archivo de su Real Biblioteca, que está digitalizado y disponible en web. Compilado por Benito Mediavilla Martín, abarca desde 1560 hasta 1885, y consta de dos volúmenes. En el primero tenemos noticia, por ejemplo, de una plaga de langosta en 1654. En el segundo, más prolijo, hay muchas más referencias, desde noticias de la Real Acequia, hasta multas por caza. Estas referencias pueden completarse con el Libro de Cuentas del Monasterio, también de Benito Mediavilla. De él conocemos el nombre de algunos guardas y sus salarios: Pedro Jeta, mayordomo, que cobraba 20.000 maravedís en 1587; o Alonso Hernández, guarda a caballo, otros 200 ducados en 1590; o Cristóbal de Jaén, 100 ducados; o Juan de Escobedo, también guarda, otros 100 ducados.

Durante el siglo XIX el Estado hizo diversos intentos por desamortizar esta heredad y conseguir dinero tras su subasta. Así, el 23 de julio de 1810, durante la dominación francesa, o el 22 de enero de 1822, durante el Trienio Liberal. Por entonces, la tasación de sus 235 fanegas y 365 estadales estaba en 3.213.372 reales.


No debieron prosperar estos intentos, porque el 22 de mayo de 1865 se autorizaba al monasterio a restaurar un canal de riego, llamado Pontejos, para fertilizar sus tierras. No obstante, y tal como ocurrió con gran parte del Patrimonio de la Corona, después de la ley de 19 de diciembre de 1869 se comenzaría a separar la parte administrativa de la monástica, creándose el Patrimonio Real o de la Real Casa. Era el comienzo de la enajenación de aquellos bienes que pudieran servir al Estado, y el paso de la propiedad del monasterio a la de los propietarios que pagarán por ello.

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