viernes, 18 de julio de 2008

El castillo de Ribas


(Cerro situado frente al Cristo de Rivas. En él se aprecia un pequeño foso y la ubicación del antiguo castillo)


(Foso de entrada al castillo. En él se aprecian restos de obra de sillería. Justo en el centro del citado foso ha sido levantada una gigantesca torre de alta tensión)

Las primeras noticias documentales que han llegado a nosotros de Rivas Vaciamadrid, provienen de un primitivo asentamiento musulmán, cuya ubicación ya he mostrado en otra entrada de este blog.

Parece ser que el núcleo fortificado de Ribas estuvo habitado desde el siglo IX, y tuvo su razón de ser en la defensa y vigilancia de Madrid, pero también en las comunidades agrícolas que se instalaron en torno a él. Porque, cuando se estudia un castillo, siempre hay que poner en relación su construcción y desarrollo con las de los demás, que constituyen una zona bien estructurada. En el caso que nos ocupa, tanto Ribas como Aceca, eran husun (plural de hisn, que significa castillo) o pequeñas fortificaciones habitadas, que defendían un territorio.

En lo que no hay excesivo acuerdo es en el origen de sus primeros pobladores. Según el arqueólogo Manuel Retuerce, se trata de una típica edificación andalusí que, aprovechando el foso natural de un río y el desnivel de un promontorio, servía para evitar “sublevaciones y revueltas que con relativa frecuencia mantenía la población beréber, habitante principal de toda esta región, contra el representante del poder central cordobés, instalado en la fortaleza del cerro más extremo y aislado”. Sin embargo, Martín Viso defiende que, aunque Ribas y Aceca formarían parte del territorio (iqlim) de Madrid, “su cercanía a los cursos fluviales del Henares y el Jarama no respondería a una decisión estratégica del poder central, sino de las propias comunidades en relación con las necesidades de agua de la zona. Un caso similar debió ser el de Uceda, población alejada de posibles rutas geoestratégicas, pero que controla una zona de vega del río Jarama, en torno a Patones y Torrelaguna”. No se puede decir lo mismo de los castillos de la ribera del Tajo (Oreja, Alarilla y Alboer), donde no existía prácticamente agricultura, y la existencia de una frontera parece más clara.

Lo cierto es que Ribas, en el siglo XI, se integra dentro de las defensas de Madrid, ante el avance cristiano. Así, en el siglo XII, ya se decía “Illo castello quod est in termino de Madrid et vocatur Ribas”, aunque la zona había sido conquistada por los castellanos, y estaba siendo repoblada por concejos segovianos y por nobles. Entre estos, cabe destacar a Gocelmo de Ribas, del que sabemos que defendió este territorio de los ataques almorávides, hasta el punto de repoblar Mocejón (Guadalajara), en 1136, y reedificar el castillo de Aceca, destruido por los almorávides, quienes dieron muerte a su guarnición y llevaron preso a su tenente, don Diego Téllez.

Gocelmo, aparte de su intensa actividad repobladora, también recibió del rey la fortaleza de Calatalifa (Villaviciosa de Odón), aunque esta pasaría finalmente a la ciudad de Segovia. Ribas, por su parte, fue otorgada al arzobispo de Toledo, para que defendiera esta parte del territorio del alfoz de Madrid.

El siglo XIII marcó el comienzo del fin de Ribas. Por un lado, la frontera se trasladó al valle del Guadalquivir, y la reestructuración de las líneas defensivas castellanas hizo que los núcleos fortificados del norte ya no tuvieran tanta importancia. Por otro, aunque hubo nobles que intentaron establecer señoríos de cierta entidad, pronto se dieron cuenta de que el poder estaba en otros puntos, tales como la frontera granadina o la cercanía a los nuevos y poderosos linajes.

Para que puedas profundizar más en el tema, te recomiendo estas tres publicaciones de fácil acceso. Una está en soporte de papel, pero disponible en la mayoría de las bibliotecas de la región. Las otras dos se pueden consultar online.

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