lunes, 11 de agosto de 2008

Vaciamadrid: los comienzos de un real sitio.

(Mapa de la provincia de Madrid (detalle). Tomás López, 1773)

En una entrada anterior de este blog hemos visto una imagen de la real casa de Vaciamadrid. Se trata de un pequeño cuadro, de autor anónimo, guardado en el monasterio de El Escorial, que fue incluido por el arquitecto Juan Gómez de Mora en una relación de las casas que tenía el rey de España, a principios del siglo XVII.

Sabemos que fue mandado construir por Felipe II, y era administrado por una Junta de Obras y Bosques, que había sido creado por el mismo monarca, cuando era príncipe regente, en 1545. Dicha Junta se ocupaba del mantenimiento de los inmuebles y de la comunicación entre los Reales Sitios. Éstos, según el cronista de corte, Alfonso Núñez de Castro, eran: el Alcázar de Madrid; la Casa Real de Campo; el Castillo y Monte de El Pardo; la Casa de Vaciamadrid; el Alcázar de Segovia; el Alcázar de Toledo, la Casa Real y Bosque de Valsaín; la Casa Real de Fuenfría; la Casa de la Moneda del ingenio de Segovia; la Casa Real y Huerta de Valladolid; la Casa Real y Bosque de El Abrojo; la Casa Real de Aondesilla; la Casa y Bosque de la Quemada; el Heredamiento de Aranjuez, con su Casa Real, la de Aceca, el Cuarto Real de Nuestra Señora de la Esperanza y bosques y dehesas del Heredamiento; la Fábrica y Patronato de San Lorenzo y sus bosques; la Alhambra de Granada; el Soto de Roma; el Archivo Real de Simancas y la Caballería de Córdoba. Posteriormente, Felipe IV añadiría el palacio y jardines del Buen Retiro.

En la relación anterior observamos como la mayoría de las reales casas tejían una red alrededor del Alcázar de Madrid, enlazando rutas con Aranjuez y El Escorial. A partir del siglo XVIII, el palacio de La Granja de San Ildefonso aumentará a cuatro los principales palacios de la monarquía hispánica. Vaciamadrid era sólo un lugar de paso, una pequeña residencia de caza donde rara vez se pernoctaba más de una noche. Rodeándola, un jardín de trazado ortogonal, con compartimentos cuadrangulares pero, sobre todo la visión de los cortados sobre el río Manzanares y los cazaderos que rodeaban la afluencia de este río con el Jarama.

Pero el Sitio Real de Vaciamadrid no consistía sólo en un palacio con jardín. En la idea de Felipe II estaba el dotarle con tierras de San Martín de la Vega, Ciempozuelo o Arganda, entre otras. Así, en 1572, se tomaron las dehesas de Gózquez y Santisteban, que pertenecían a don Luis Carrillo, señor de Pinto, que recibió las alcabalas de la ciudad, en recompensa. Además, se incorporaron las dehesas de Aldehuela, Buenaño y Pajares. Igualmente, se añadió el soto del Piul y las islas del Jarama: Palomarejo, Ribera, Berrueco y Madresviejas, y el cercado del Jarama. Esto último pertenecía a San Martín de la Vega, que recibió 1.925.212 maravedíes de compensación.

Estas posesiones fueron administradas por Aranjuez, durante algún tiempo, como lo atestigua una relación de Juan Antonio Álvarez de Quindós que, en 1804, escribió una Descripción Histórica del Real Bosque y Casa de Aranjuez. En ella, se nos dice que Sebastián de Santoyo, ayuda de cámara de Felipe II, mandó labrar la casa de Vaciamadrid, y por Real Cédula de 17 de febrero de 1589, los herederos de Santoyo se la transmitieron a Luis Osorio, gobernador de Aranjuez. Este nombró a Gaspar Frías de Miranda, mayordomo de la misma ciudad, para que tomara posesión, y así lo hizo, indicando cuales eran las pertenencias: unas casas, palomar, caballerizas, cuevas, pajar, cuarenta y cinco fanegas, ocho celemines y un cuarto o, lo que es lo mismo, dos yuntas de tierra de labor, más pastos y zonas de pesca. Hasta 1700, la posesión fue administrada regularmente por los herederos de este real heredamiento, pero en este año pasó al marqués de Leganés, que recibió del rey Felipe V, en 1700, el título de Alcalde de la casa real de Vaciamadrid.

El resto (Piul, Gozquez,….), se concedió a los monjes del monasterio del Escorial, para cubrir los gastos de misas por la salvación eterna del rey. Con todo, el monarca se reservó el derecho de uso y disfrute de la caza en el lugar, con jurisdicción (hasta 1658) de los guardas del Pardo y Aranjuez. Ello explicaría, a lo largo del siglo XVII, la presencia de Felipe III y Felipe IV en la residencia real, y no sólo para cazar. Así, Lope de Vega, llegaría a escribir: "A Vaciamadrid llegué/Dios me libre de haber ido/ a Vaciamadrid de noche/ que no lo tengo por limpio..."("La noche toledana").

El mapa que se conserva en la Biblioteca Nacional, y que reproduzco en otra entrada de este blog, corresponde a un pleito, casi a finales del XVIII, sobre límites y jurisdicciones, con el concejo de Aranjuez.

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